domingo, 13 de marzo de 2016

Primeras reflexiones en torno a la inversión de la docencia

Desde que tuve conocimiento de la clase invertida encontré una manera de articular y dar forma a las ideas e intentos de mejorar mis asignaturas que se habían ido sucediendo y acumulando a lo largo de los años.
La sensación de que no bastaba con la docencia tradicional me ha acompañado siempre. No es posible que desde los griegos sigamos con el mismo modelo docente: el gran profesor y los alumnos que escuchan y toman nota. Los pitagóricos, de hecho, pasaban los primeros dos años en las escuelas pitagóricas en silencio escuchando las enseñanzas del maestro. Era lo que se llamaba alumnos acusmáticos. Al cabo de esos dos años se ganaban el derecho a preguntar y se convertían en alumnos matemáticos. Los nuestros no se han de ganar el derecho a preguntar, pero seguimos con la misma actitud del maestro que es poseedor de la verdad y el alumno que intenta aproximarse al conocimiento a través de la escucha atenta de las lecciones y las preguntas. Y las preguntas, claro, siempre que sean acertadas, porque si no reciben la reprimenda oportuna. No es razonable pretender que todo siga igual en el modelo de relación alumno-profesor si todo el resto del mundo ha cambiado lo que ha cambiado desde el siglo V antes de Cristo.

Por eso me resulta atractiva la propuesta. Creo que plantea una posibilidad organizativa que permite engarzar en ella todo el trabajo previo y que incita, al mismo tiempo, a remodelarlo, adaptarlo y ampliarlo. Creo también que el modelo ofrece una estructura que se complementa, necesariamente, con otros planteamientos como el de la gamificación, el trabajo cooperativo, etc. que lo hace más interesante aún.

Decía Giner de los Ríos: “El maestro es quien, rompiendo los moldes del espíritu sectario, exige del discípulo que piense y reflexione por sí, en la medida de sus fuerzas; que investigue, que arguya, que cuestione, que intente, que dude, que despliegue las alas del espíritu”. Decía también que “Los alumnos deben ir a clase a discutir, a preguntar, a meterse bien todos en camisa de once varas, a poner en apuros al maestro”. Pues de eso se trata, de conseguir un aprendizaje vivo e intenso que no lleve a los alumnos a perder la pasión por aprender y descubrir que todos tenemos desde niños.

En fin, vamos a ver qué va pasando a partir de ahora. El planteamiento del curso sobre Flipped Classroom del Intef me parece muy interesante porque, en definitiva, no se puede aprender a hacer sin hacer.

Mi clase invertida

Os dejo el podcast con una pequeña explicación-introducción a mi clase invertida.