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planteamiento Flipped Classroom es el espacio perfecto para hacer
compatibles otros planteamientos didácticos como ABP o Gamificación.
Este segundo caso se nos ha planteado como objeto de reflexión y
trabajo en este bloque del curso. En concreto se ha relacionado la
gamificación con la necesidad de que los alumnos lleven un registro
o documentación sistemática del trabajo diario que van
desarrollando.
Una
de las partes más interesantes de esta tarea ha sido, sin duda, la
posibilidad de ir leyendo y comentando las aportaciones de los
compañeros y compañeras del grupo. La posibilidad de acceder a
puntos de vista diferentes del tuyo permite ampliar tu propia
reflexión y centrarla en aspectos que podían haber pasado
desapercibidos, en situaciones de aula distintas a la tuya que te
permiten prever futuras dificultades y sus soluciones y en enfoques
que amplían tu capacidad para encontrar soluciones creativas y
adaptadas a cada caso que se plantee en la docencia diaria.
Tal
y como planteo en la discusión sobre gamificación creo que la
documentación del trabajo diario es necesaria más para que el
alumno sea capaz de visualizar su progreso que para el posible
control que el profesor ejerza del trabajo (que también es
importante). Tengo la impresión que para esa cuestión todas las
aplicaciones que he visto están más orientadas a primaria o los
primeros cursos de secundaria y resultan un poco infantiles para los
planteamientos en Bachillerato. Edmodo, sin embargo, se ajusta
perfectamente a los alumnos de esos niveles. Creo que marcar tareas
concretas que van sumando en la cuenta particular de cada uno de
ellos es un buen método para iniciar a los alumnos en otra forma de
trabajar. El complemento perfecto, desde mi punto de vista, es un
blog o algún tipo de portfolio personal donde los alumnos puedan
plasmar, no solo el resultado de su trabajo, sino sus propias
reflexiones. En definitiva se trata de conseguir adultos críticos,
responsables y autónomos que puedan organizar su esfuerzo, dirigirlo
hacia un objetivo y alcanzar la meta.
Sin
embargo se me plantean algunas dudas respecto de la estrategia de la
gamificación. La fundamental es la cuestión de los premios. Muy a
menudo, por no decir siempre, se plantea la cuestión de premiar a
los alumnos. Entiendo que es importante reconocer méritos y
esfuerzos y acompañar a los alumnos en el proceso educativo que,
básicamente, es suyo. El mayor de los aprendizajes es el de la
propia capacidad de aprender y el de las herramientas que les
ayudarán a seguir haciéndolo. Nosotros, ni como docentes ni como
padres, en su caso, no les vamos a seguir acompañando y supervisando
a lo largo de la vida, con lo cual lo más importante es dotarles de
aquellas herramientas que les harán capaces de ser críticos y
autónomos se encuentren con lo que se encuentren. En ese sentido
creo que las insignias de reconocimiento son interesantes siempre que
sea algo "gestionado" por los alumnos. Me explico, si el
alumno sabe que a lo largo del trimestre, pongamos por caso, ha de
conseguir una serie de insignias (sean del tipo que sean, pongamos
que una por trabajo colaborativo, otra por puntualidad en la entrega,
otra por desarrollo práctico de un aspecto teórico, otra por la
elaboración de un artefacto concreto...) y tiene varias tareas a
partir de las cuales conseguirlas pautadas semanalmente, esa insignia
no es un premio, sino el reconocimiento a la organización que él
mismo hace de su propio trabajo. De ese modo tenemos alumnos que
ganan en autonomía, capacidad de organización y, evidente, en
confianza en su propia capacidad y autoestima.
La
motivación sólo puede ser de dos tipos: o interna o externa. Si mi
motivación depende de que me premien, desaparece cuando desaparece
el premio. Ninguno de nosotros se plantea castigar (creo) pero
premiar desarrolla los mismos mecanismos psicológicos en el alumno y
convierte el aprendizaje en lo mismo. Si en un caso hago las cosas
para evitar el castigo en otro las hago para conseguir el premio. Y
si de lo que se trata es de educar de una manera más ajustada a las
capacidades de cada uno de los alumnos no podemos hacer depender el
desarrollo de esa capacidad de la valoración externa del profesor
que juzga. Pensadlo por un momento ¿qué motivación es más potente
que aprender y ser consciente de ese aprendizaje? Pensad en cuántas
de las tareas, aficiones o actividades que desarrolláis en este
momento por pura pasión o placer de hacerlo no llevaríais a cabo si
fueran obligatorias o parte de un proceso de valoración.
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Es
por eso que creo que un sistema de insignias "reguladas"
por el alumno resulta interesante. El profesor marca una serie de
hitos del trabajo que se está desarrollando y el alumno gestiona su
esfuerzo y sus insignias. El alumno que esté dispuesto a aprender
mucho y se apasione con los proyectos y las tareas llegará más
lejos y el que sólo esté interesado en aprobar sabrá qué debe
hacer, de qué manera y en qué medida pero esa diferencia será
resultado de su libertad individual, no de competir. Estoy convencido
de que la mera visibilización de lo que sucede cuando aprenden sin
la presión del examen o de la mirada inquisitiva-valorativa del
adulto es una motivación más potente que cualquier premio. Además,
la idea de premio, más aún si lleva privilegios aparejados,
convierte a quienes no lo consiguen en perdedores y establece muchas
diferencias que se cargan la idea de educar, precisamente, en la
diferencia.
En
este mismo sentido es muy interesante el planteamiento del trabajo
colaborativo. Tal como ha pasado en esta tarea, el trabajo organizado
en forma colaborativa enriquece la capacidad de los alumnos y el
alcance de sus reflexiones y sus conclusiones.
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